domingo, 10 de diciembre de 2017

El equilibrista. Benjamín Prado



El equilibrista

Hoy me ha dado mi amor dos órdenes distintas:

no olvides que te quiero y olvídate de mi.

Yo intento obedecerla,

partirme en dos y ser como el ángel de Borges

que volaba a la vez a Oriente y Occidente,

al norte y al sur.

Partirme en dos

y que uno de ellos siempre pueda matar al otro

para seguirla a ella,

para poder creer que no se ha ido.

Al hombre que no olvida que le quieres

no lo van a vencer ni el tiempo

ni la duda;

no podrá la tristeza cavar en el sus minas

ni el desánimo abrir sus embajadas.

Disipará las sombras,

simplemente,

con escribir tu nombre:

como cuando corrige la oscuridad del mundo

la gramática blanca de la nieve.

El hombre al que suplicas que te olvide

sufrirá la distancia,

la amargura,

el silencio implacable que latido a latido

forma su perla negra dentro del corazón.

Quererte será igual que beber con las manos:

El agua que detenga no va a calmar su sed

y el agua que se escape

se llevará su vida.

Cuando llega la noche,

los dos sueñan que son el general que extiende

sobre tu piel

los planos del deseo.

Y al despertar, recuerdan que tu eres su horizonte

y te buscan,

y siguen tu camino:

jamás se va rendir

quien sabe que no hay muerte más hermosa

que morirse sin ti

mientras te espera.

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