domingo, 31 de diciembre de 2017

Los amantes del circulo polar

Nunca he tenido el corazón tan rojo.

Los amantes del circulo polar

Estas noches te espero mirando al sol. ¡Venga valiente!, salta por la ventana

Los amantes del circulo polar

Cuando hace frío la mayoría de las cosas van más deprisa, o llegan antes. Me refiero a las casualidades. Me encanta que haga frío. Una tarde de mucho frío leí una pregunta de amor, demasiado bonita para la letra de un niño. Aquel mensaje lo tenía que compartir, no sabía qué hacer con él

Los amantes del circulo polar

" Murió de amor limpiando una lechuga. "

La la land

"Que vengan los rebeldes, las olas hechas por las piedras. Los pintores, los poetas y las obras de teatro.”

La la land

 “Para todos los soñadores, tontos sin remedio, por los corazones que sufren, por el caos que provocamos.”

La la land

-El asunto es... que estás actuando como si la vida te tuviera pendiendo de un hilo.
- Quiero pender de un hilo. ¿Está bien? Yo solo-- Estoy dejando que la vida me golpee hasta cansarse. Luego yo la golpearé. Es un clásico "contra las cuerdas".
- De acuerdo, "Ali". Te quiero. Desempaca tus cajas.

El principito

He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.”

El principito

“Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú y solo tú tendrás estrellas que saben reír!”

El principito. Que recuerdos....

“Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Para mí, tú serás único en el mundo. Para ti, yo seré único en el mundo…”

Noches blancas. FIÓDOR D

A veces conviene soñar

Mucho más grave - Mario Benedetti


Porque gracias a vos he descubierto,
(dirás que ya era hora y con razón),
que el amor es una bahía linda y generosa,
que se ilumina y se oscurece,
según venga la vida,
Una bahía linda y generosa,
Donde los barcos llegan y se van.
Pero vos,
Por favor,
No te vayas 

Oscar Wilde

No amas a alguien por su apariencia, o la ropa, o por su carro costoso, sino porque canta una canción que solo tú escuchas

Marcel Proust

And I think of you all the more desperately because I cannot see you.

Charles Bukowsi

Sabía que ella estaba ahí fuera, y sabía que alguien más estaría con ella, pero tenía que dejar que ocurriera, tenía que dejar que las cosas siguiesen su propio curso.

Pavel Stev


Dibujaré tu cuerpo, inventaré otro cielo donde no tengas que morir, haré de la sonrisa tu único rostro y beberé de tu cuerpo como si a sorbos tomara de ti la vida que me pertenece. Luego me dirás te amo y me temblara el cuerpo al escucharte, y no sabré si llorar o reír a carcajadas o devolverte ese puñal esa palabra esa forma de matarme que tienes y de la cual me enamoré… 



El Tigre y la nieve (Fragmento) de Roberto Benigni





Vamos, no se queden ahí. Tómense su tiempo. No empiecen con poemas de amor, son los más difíciles, esperen a tener ochenta años. Escriban sobre otras cosas: el mar, el viento, un radiador. Un tranvía. No hay una cosa más poética que otra. La poesía está adentro de uno; mírate al espejo, la poesía eres tú. Adornen sus poemas. Elijan las palabras con cuidado. A veces se tarda ocho meses en encontrar una palabra. La belleza comenzó cuando la gente empezó a elegir. 
Enamórense. Si no aman, muere todo. Enamórense y todo cobrará vida. Despilfarren su alegría, disipen su júbilo. Callen o entristezcan con entusiasmo. Arrojen su felicidad hacia otro. Para transmitir la felicidad deben ser felices. ¡Sean felices! No tengan miedo a sufrir, todo el mundo sufre. Si no tienen los medios, no se preocupen. Necesitan algo para escribir poesía: todo. No intenten ser modernos es muy anticuado. Si no se les ocurre nada sentados, acostados verán el cielo… ¿qué miran? Los poetas no miran: ven.
Que la palabra los obedezca. Si la palabra muro no obedece, no vuelvan a usarla en ocho años.Así aprenderá. Eso es belleza pura, aquellas líneas, que quiero que se queden ahí.
Borren todo, empecemos.
Terminó la lección.

Shakespeare

Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo.

Victor Hugo

Los que padecéis porque amáis, amad más aún. Morir de amor es vivir

FIÓDOR D.

“Es imposible, en efecto —dijo Michkin—. Lo reconozco. Y, sin embargo, no puedo dejar de creer...”

FIÓDOR DOSTOYEVSKI

“¿Y qué, si esto es enfermedad? ¿Qué importa que se trate de una tensión anormal si su resultado, tal como lo considero y analizo cuando vuelvo a mi estado corriente, contiene armonía y belleza en el máximo grado, y si en ese minuto experimento una sensación inaudita, insospechada hasta entonces, de plenitud, de ritmo, de paz, de éxtasis devoto que me inmerge en la más alta síntesis de la vida?” 

Gabriel Celaya.


La poesía es un arma cargada de futuro.

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Antonio Machado



A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo 
y en su mitad podrido, 
con las lluvias de abril y el sol de mayo 
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina 
que lame el Duero! Un musgo amarillento 
le mancha la corteza blanquecina 
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores 
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera 
va trepando por él, y en sus entrañas 
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero, 
con su hacha el leñador, y el carpintero 
te convierta en melena de campana, 
lanza de carro o yugo de carreta; 
antes que rojo en el hogar, mañana, 
ardas en alguna mísera caseta, 
al borde de un camino; 
antes que te descuaje un torbellino 
y tronche el soplo de las sierras blancas; 
antes que el río hasta la mar te empuje 
por valles y barrancas, 
olmo, quiero anotar en mi cartera 
la gracia de tu rama verdecida. 
Mi corazón espera 
también, hacia la luz y hacia la vida, 
otro milagro de la primavera.

Sylvia Plath



Canción de amor de la joven loca

Cierro los ojos y el mundo muere; 
Levanto los párpados y nace todo nuevamente. 
(Creo que te inventé en mi mente). 

Las estrellas salen valseando en azul y rojo, 
Sin sentir galopa la negrura: 
Cierro los ojos y el mundo muere. 

Soñé que me hechizabas en la cama 
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente. 
(Creo que te inventé en mi mente). 

Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan: 
Escapan serafines y soldados de satán: 
Cierro los ojos y el mundo muere. 

Imaginé que volverías como dijiste, 
Pero crecí y olvidé tu nombre. 
(Creo que te inventé en mi mente). 

Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti; 
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente. 
Cierro los ojos y el mundo muere. 
(Creo que te inventé en mi mente).

Charles Dickens

Si te corresponde, ámala. Si te hace daño, ámala. Si te rompe el corazón, ámala. Y si las heridas del corazón se hacen más profundas conforme crece y se hace más fuerte, ámala, ámala.

Charles Dickens

Tú apareces en todas las líneas que he leído en mi vida.

sábado, 30 de diciembre de 2017

Ode on Solitude. ALEXANDER POPE


Happy the man, whose wish and care 

A few paternal acres bound, 

Content to breathe his native air, 

In his own ground. 



Whose herds with milk, whose fields with bread, 

Whose flocks supply him with attire, 

Whose trees in summer yield him shade, 

In winter fire. 



Blest, who can unconcernedly find 

Hours, days, and years slide soft away, 

In health of body, peace of mind, 

Quiet by day, 



Sound sleep by night; study and ease, 

Together mixed; sweet recreation; 

And innocence, which most does please, 

With meditation. 



Thus let me live, unseen, unknown; 

Thus unlamented let me die; 

Steal from the world, and not a stone 

Tell where I lie.

Childhood’s Retreat. ROBERT DUNCAN



It’s in the perilous boughs of the tree 

out of blue sky the wind 

sings loudest surrounding me.

And solitude, a wild solitude

’s reveald, fearfully, high I’d climb 

into the shaking uncertainties,

part out of longing, part daring my self,

part to see that

widening of the world, part

to find my own, my secret

hiding sense and place, where from afar 

all voices and scenes come back

—the barking of a dog, autumnal burnings,

far calls, close calls— the boy I was

calls out to me

here the man where I am “Look!

I’ve been where you

most fear to be.”

WALT WHITMAN


A noiseless patient spider, 

I mark’d where on a little promontory it stood isolated, 

Mark’d how to explore the vacant vast surrounding, 

It launch’d forth filament, filament, filament, out of itself, 

Ever unreeling them, ever tirelessly speeding them. 



And you O my soul where you stand, 

Surrounded, detached, in measureless oceans of space, 

Ceaselessly musing, venturing, throwing, seeking the spheres to connect them, 

Till the bridge you will need be form’d, till the ductile anchor hold, 

Till the gossamer thread you fling catch somewhere, O my soul.

WALT WHITMAN


Oh me! Oh life! of the questions of these recurring,
Of the endless trains of the faithless, of cities fill’d with the foolish,
Of myself forever reproaching myself, (for who more foolish than I, and who more faithless?)
Of eyes that vainly crave the light, of the objects mean, of the struggle ever renew’d,
Of the poor results of all, of the plodding and sordid crowds I see around me,
Of the empty and useless years of the rest, with the rest me intertwined,
The question, O me! so sad, recurring—What good amid these, O me, O life?
Answer.
That you are here—that life exists and identity,
That the powerful play goes on, and you may contribute a verse.

Richepin



Filisteos,

tenderos,

mientras acariciáis a vuestras mujeres

pensando

en los hijos

que vuestros groseros apetitos

engendran,

imagináis

que serán

notarios,

de gran papada

y rotundo vientre.

Pero para castigaros bien,

veréis llegar un día

a este mundo

unos hijos no deseados

que se convertirán en melenudos

poetas.

viernes, 29 de diciembre de 2017

El amor en los tiempos del cólera .Gabriel García Márquez



Pero si algo habían aprendido juntos era que la sabiduría nos llega cuando ya no sirve para nada.

El amor en los tiempos del cólera .Gabriel García Márquez



Solo Dios sabe cuánto te quise.

El amor en los tiempos del cólera. Gabriel García Márquez/

Le rogó a Dios que le concediera al menos un instante para que él no se fuera sin saber cuánto lo había querido por encima de las dudas de ambos, y sintió un apremio irresistible de empezar otra vez desde el principio para decirse todo lo que se les quedó sin decir y volver a hacer bien cualquier cosa que hubieran hecho mal en el pasado.

EL RAMO DE FLORES DE MACHA. Jaroslav Seifert (Hoy en una cafetería de Bratislava esto me ha roto el corazon)

Desde la calle U Ladronky donde vivo en Bfevnov hasta el Jardín Rosado, en el monte Petfín, hay un camino de campo. Antes caminaba por allí con el poeta Toman, que vivía cerca, cuando su corazón enfermo se lo permitía. El camino estaba irregularmente bordeado por matas de rosas silvestres. A Toman le gustaban mucho. A finales de mayo, cuando estaban en flor, ofrecían una vista muy hermosa. También le gustaba a Toman contemplar el paisaje por encima del humo del barrio de Smíchov, hacia Zbraslav y Ládvi, donde acababa el horizonte.

Una noche de invierno, antes de las fiestas navideñas, Praga fue invadida por una tormenta de nieve. Al cabo de un instante, la tempestad pasó, pero durante unas horas siguió cayendo una espesa nieve. La gente, que dormía, no se enteró de nada. Cuando por la mañana abrieron el portal de sus casas, encontraron delante un metro de nieve.

Al lado de nuestra puerta hay como una especie de olivo. Florece a finales de la primavera y el olor de sus florecitas amarillas es uno de los perfumes más hermosos de la estación. Una vez visité al profesor Henner. En su despacho tenía un florero grande con ramas floridas de ese árbol. La fragancia era tan espesa y embriagadora que, por un momento, tuvo que abrir todas las ventanas.

El árbol suelta sus hojas secas en el invierno, así que las ramas llenas de hojas tienen que aguantar a menudo una gran cantidad de nieve. Después de aquella tormenta, una de las ramas más grandes se quebró bajo el peso de la nieve húmeda. La mitad del árbol quedó destruida y el espectáculo era deplorable.

Los coches que aquella noche estaban aparcados en la calle quedaron enterrados hasta las ventanillas y los trozos de hielo y de nieve caían de los tejados y arrastraban los canalones que luego colgaban de los tejados como trapos.

Aquella mañana, al apartar la mayor parte de nieve para poder pasar por la acera, y cuando en el triste cielo de diciembre apareció un sol frío y turbio, no pude resistir más y salí a dar un paseo invernal. El monte Petfín no está lejos. Me puse las pesadas botas de invierno que, por otra parte, despiertan ganas de caminar con su forro sedoso y abrigado, y salí a la nieve. ¿Cómo iba a perderme un espectáculo así? Caminé en silencio por el camino de Ladronka a Petfín. Las únicas huellas que vi eran las de un camión que, sin embargo, se desvió hacia Smíchov.

Entonces llegué hasta la blancura virgen de la sábana de nieve que había detrás del estadio. No quería estropear aquella belleza con mis huellas, pero el anhelo de encontrar la ciudad, aún sorprendida por la sábana blanca, me empujó a pisar su blancor inmaculado.

Tenía ganas de hacer el amor con Praga; sólo con los ojos, de la misma manera que cuando miramos a una mujer, enamorados, desde el cabello hasta los pies. En aquel caso, desde el Castillo hasta el campanario de San Procopio de Zizkov, difuminado en la niebla blanca. Y un poco bárbaramente, comencé a pisar la nieve.

Algunas veces no pude resistir la tentación y me volví. No había nadie: sólo las dos profundas rayas de mis bastones enmarcaban las huellas de mis pies. Estaba completamente solo en el jardín. Era un día laborable.

Hace mucho tiempo que no he visto Praga tan cubierta de nieve. La nieve cubría todos los tejados, y el color verde de las cúpulas resaltaba vivamente sobre el blanco, y los colores suaves de las paredes sobresalían con más plasticidad entre el brillo de la nieve.

Fue un momento festivo de verdad. Alguna vez, y quizás precisamente en estos sitios, había escuchado por la noche todas las campanas. Parecía que su estruendo, con el repique de las campanillas pequeñas, intentaba levantar el peso de la ciudad de su hoyo de siempre.

Esta vez el momento fue extremadamente festivo. Quizás las campanas repicaban también. Pero los badajos que tocaban en ellas estaban hechos de tiernos copos de algodón. Fue sublime, embriagador y excitante.

Llegué cojeando a través de la nieve hasta el monumento a Macha. Estaba cubierto de nieve. Con sorpresa fijé los ojos en el ramo de flores que, como sabéis, contempla el poeta. Aquel día el ramo estaba hecho de rosas blancas y la estatua estaba cubierta con un velo blanco.

Un ramo irreal para una boda que no se llevó a cabo. Sí, seguramente uno parecido tenía que haber llevado Macha a su novia Lori a la iglesia de San Esteban. Pero, con el día de la boda ya fijado, se llevaban al poeta a su tumba en el cementerio de Litoméfice.

Muchas veces han negado y rechazado esta imagen del poeta, tal como la creó el escultor Myslbek para este monumento.

Max Brod afirmó en cierta ocasión que el río Moldava fluye en si mayor —porque Smetana lo quiso así—. Entonces, ¿por qué no tendríamos que aceptar el hermoso rostro del poeta en su monumento de Petan? Myslbek lo
quería así.

Un hombre joven y hermoso, en la entrada de este singular parque de Praga, da la bienvenida a todos aquellos que llegan con amor en el corazón. Petfín pertenece a Macha y a los enamorados. ¡Para siempre! Cuando en abril y en mayo la primavera barre las flores polícromas de los jardines y cuando el viento extiende el perfume de jazmín hasta lo que fue antaño el convento de las ursulinas de la avenida Národni, los enamorados están esperando que la noche cubra el cielo con sus viejas cortinas de oscuridad y estrellas, y comienzan a buscar un banco para sentarse, acurrucados muy cerca el uno del otro. ¿Y quién no les desearía aquel feliz momento de soledad?

No todos los bancos son igualmente cómodos. Algunos están situados en la pendiente y sentarse en ellos resulta bastante molesto. Y casi todos están a merced de los ojos curiosos de los que pasan de largo. En cambio, dicen que aquí canta el ruiseñor para acompañar los besos. Lo escribió Neruda. Pero yo no lo he oído nunca.

¡Los bancos de Petfín! Me gustaría acariciarlos con mimo. Estuve sentado en ellos muchas veces. Y tenía la sensación de estar escondido entre las rosas y de que nadie veía mi felicidad. En ellos susurré mis primeros versos.

Hoy todo ha cambiado. El amor ya no es tan tímido ni tan temeroso. Ahora se resiste menos, no se tiene paciencia. Nos tenemos que conformar con eso. No quiero que alguien piense que entono odas a los tiempos pasados, pero he de decir de todas maneras que, en mi tiempo, lo que hay de bello en el amor era todavía un poco más hermoso.

Pero no lo puedo asegurar y no pondría la mano sobre el fuego.

Hoy todo está silencioso y vacío. No se oye ni un pájaro. Ni tampoco hay parejas de enamorados. ¡Ahora! De repente ha caído ante mis pies un poco de nieve y en seguida se ha oído un piar leve y tímido. También he encontrado a una pareja. Caminaban muy juntos, sin decirse nada, arropados en el velo de su respiración. Al cabo de un momento desaparecieron en el vasto silencio blanco.

En la atmósfera vaporosa del café en la plaza Malostranské, donde el humo de los cigarrillos y el olor de los abrigos húmedos se mezcla con el perfume de café, los vi otra vez. Seguramente eran los mismos de Petfín. Los reconocí muy bien. Llegaron muertos de frío y se calentaban las manos con el aliento. El frío se les metía debajo de las uñas.

¿Acaso es posible abrazarse con guantes?

Poco se sabe. Juan Gelman

Yo no sabía que
no tenerte podía ser dulce como
nombrarte para que vengas aunque
no vengas y no haya sino
tu ausencia tan
dura como el golpe que
me di en la cara pensando en vos

EL JUEGO EN QUE ANDAMOS. Juan Gelman

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.

Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte

Juan Gelman


Juan Gelman


Juan Gelman


Juan Gelman








jueves, 28 de diciembre de 2017

Juan Gelman. Lluvia

hoy llueve mucho, mucho,
y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor/
una carta a la mujer que vive con él
y le cocina y le lava la ropa y hace el amor con él
y se parece a su sombra/
mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer/
entra a la casa por la ventana y no por la puerta/
por una puerta se entra a muchos sitios/
al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo/ pero no al mundo/
ni a una mujer/ni al alma/
es decir/a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así/
como hoy/que llueve mucho/
y me cuesta escribir la palabra amor/
porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa/
y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran/
y cuándo/y cómo/
pero el alma qué puede explicar/
por eso mi vecino tiene tormentas en la boca/
palabras que naufragan/
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó/
y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá/
como el silencio que hay entre dos rosas/
o como yo/que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia/
a la lluvia/
a mi corazón desterrado

Gotán. Juan Gelman

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo. Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos. Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad. Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.

Bukowski



Bukowski



Bukowski


Bukowski


Bukowski


Bukowski





miércoles, 27 de diciembre de 2017

Pablo Neruda.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.

Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Arctic Monkeys - She's Thunderstorms


She's Thunderstorms
Lying on her front
Up against the wall
She's Thunderstorms

I've been feeling foolish
You should try it
She came and substituted
The peace and quiet
For acrobatic blood flow
Concertina cheating heartbeat
Rapid fire

She's Thunderstorms
Lying on her front
Up against the wall
She's Thunderstorms

Here is your host
Sounds as if she's pretty close
When the heats starts growing horns

She's Thunderstorms
She's been loop the looping
Around my mind
Her motorcycle boots
Give me this kind of acrobatic blood
Concertina cheating heartbeat
Rapid fire

She's Thunderstorms
Lying on her front
Up against the wall
She's Thunderstorms
In an unusual place
When you feeling far away
She does what the night does to the day

She's thunderstorms
Lying on her front
Up against the wall
She's thunderstorms
Thunderstorms
Thunderstorms

viernes, 22 de diciembre de 2017

Margarita. Rubén Darío



Margarita está linda la mar, 
y el viento, 
lleva esencia sutil de azahar; 
yo siento 
en el alma una alondra cantar; 
tu acento: 
Margarita, te voy a contar 
un cuento: 

Esto era un rey que tenía 
un palacio de diamantes, 
una tienda hecha de día 
y un rebaño de elefantes, 
un kiosko de malaquita, 
un gran manto de tisú, 
y una gentil princesita, 
tan bonita, 
Margarita, 
tan bonita, como tú. 

Una tarde, la princesa 
vio una estrella aparecer; 
la princesa era traviesa 
y la quiso ir a coger. 

La quería para hacerla 
decorar un prendedor, 
con un verso y una perla 
y una pluma y una flor. 

Las princesas primorosas 
se parecen mucho a ti: 
cortan lirios, cortan rosas, 
cortan astros. Son así. 

Pues se fue la niña bella, 
bajo el cielo y sobre el mar, 
a cortar la blanca estrella 
que la hacía suspirar. 

Y siguió camino arriba, 
por la luna y más allá; 
más lo malo es que ella iba 
sin permiso de papá. 

Cuando estuvo ya de vuelta 
de los parques del Señor, 
se miraba toda envuelta 
en un dulce resplandor. 

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho? 
te he buscado y no te hallé; 
y ¿qué tienes en el pecho 
que encendido se te ve?». 

La princesa no mentía. 
Y así, dijo la verdad: 
«Fui a cortar la estrella mía 
a la azul inmensidad». 

Y el rey clama: «¿No te he dicho 
que el azul no hay que cortar?. 
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!... 
El Señor se va a enojar». 

Y ella dice: «No hubo intento; 
yo me fui no sé por qué. 
Por las olas por el viento 
fui a la estrella y la corté». 

Y el papá dice enojado: 
«Un castigo has de tener: 
vuelve al cielo y lo robado 
vas ahora a devolver». 

La princesa se entristece 
por su dulce flor de luz, 
cuando entonces aparece 
sonriendo el Buen Jesús. 

Y así dice: «En mis campiñas 
esa rosa le ofrecí; 
son mis flores de las niñas 
que al soñar piensan en mí». 

Viste el rey pompas brillantes, 
y luego hace desfilar 
cuatrocientos elefantes 
a la orilla de la mar. 

La princesita está bella, 
pues ya tiene el prendedor 
en que lucen, con la estrella, 
verso, perla, pluma y flor. 

* * * 

Margarita, está linda la mar, 
y el viento 
lleva esencia sutil de azahar: 
tu aliento. 

Ya que lejos de mí vas a estar, 
guarda, niña, un gentil pensamiento 
al que un día te quiso contar 
un cuento.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Cuentos de amor. Hermann Hesse


Caricias en tu Espalda. Los despistados (Spotify versión de belly)


Esta mañana 
se ha colado un rayito de sol 
por tu ventana, 
que es la ventana de mi habitación. 
Se ha asomado 
y me ha pillado metiéndote mano. 
Esta mañana... 
sí que hacía calor. 

Me dejé la vergüenza olvidada 
en el fondo del vaso en el último bar. 
La mirada perdida, la voz oxidada, 
despierto en tu cama y me da por cantar... 

Dame el tiempo que no te haga falta 
y prometo invertirlo en caricias en tu espalda.
Dame el tiempo que no te haga falta 
y prometo invertirlo en caricias en tu espalda.

Esta mañana 
recuerdo que estaba mejor. 
Como almohada 
tu pecho desnudo en la cara. 
Te has marchado 
y me has dejado bastante tirado. 
Esta mañana... 
el calor me mataba. 

Me dejé la vergüenza olvidada 
en el fondo del vaso en el último bar. 
La mirada perdida, la voz oxidada, 
despierto en tu cama y me da por cantar... 

Dame el tiempo que no te haga falta 
y prometo invertirlo en caricias en tu espalda.
Dame el tiempo que no te haga falta 
y prometo invertirlo en caricias en tu espalda.

Me dejé la vergüenza olvidada... 

Dame el tiempo que no te haga falta...









domingo, 17 de diciembre de 2017

Ya Verás. Funalbulistas y André Suárez (Spotify)

No debí saber quién eras,
no debí contar mis penas.
Noviembre es siempre triste
y tú viniste proponiendo guerras.

Qué cosas se te ocurren, tú siempre tan concreta:
y si volvemos a empezar, ¿qué tal?
Yo sin saber dónde mirar, … y tú tan guapa.

Ya verás como me olvidas,
y te encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría,
y me dices que lo nuestro no era lo que merecías,
seré cosas que se cuentan, vueltas de la vida.

Que yo te vi primero, sobraba lo demás y cuando menos debo
te vuelves a cruzar, se cae el mundo al suelo,
que tengo lo que tengo, debo lo que debo y quiero lo que quiero.

Como si no hubiera pasado el tiempo y fuera ayer,
voy a acercarme lento esta vez, yo ya sabiendo que te irás,
… y tú tan guapa.

Ya verás como me olvidas,
y te encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría,
y me dices que lo nuestro no era lo que merecías
seré cosas que se cuentan, vueltas de la vida.

sábado, 16 de diciembre de 2017

El idioma de los dioses. Nach

Si estoy solo tu me acojes eres mi fiel compañía,
me hablas sincera y me esperas cuando empieza el día.
Mi guía, mi faro de Alejandría, si me ves perdido
te miro y elimino la tristeza en un suspiro.

Das sentido a mi existencia, tú desobediencia,
tú, sola presencia merece mi reverencia,
tú me diste un don, fuiste mi espada,
siempre encerrada en tu prisión si la inspiración faltaba.

Desde la nada me abrazas, no prohibes ni amenazas
tan romántica y auténtica, tú nunca te disfrazas
como un hada y un verdugo firme escudo en la batalla,
tú, a quién acudo si otros fallan.



Me das retos, aventuras y responsabilidad,
me das éxito y dinero me quitas la intimidad,
me exiges crear, me haces temblar, soñar, me curas
me eliges para hablar si las calles están mudas.

Me desnudas con ternura y siento tu tacto y tu olor,
si te veo volar libre entre la voz de un cantautor
eres Ópera y Flamenco, eres todo lo que tengo y te amo,
mientras brotas entre las notas de un piano.

Y me desintegras pintando estas noches negras,
me alegras, me invades, me evades, alejas las tinieblas
y me resucitas siempre, nunca me mientes
eres el recipiente donde lágrimas se vierten.

Eres Tango y eres ritmo vives en do, re, mi, fa
impredecible compás cuando te vistes de Jazz,
llegas y me das ógixeno, mi único somnífero
si el mortífero estrés tensa mis músculos, discípulo



de tu inmensa maestría cuando no te conocía,
como podía vivir sin percibir tu melodía
fuiste mía y solo mía en mis horas de miseria,
compones la banda sonora de esta tragicomedia.

Tú reina entre mil reyes, cumbre de mis valles,
me levitas y asi evitas que tanto odio me ametralle
tú, si eres Hip-Hop muestras denuncia y carisma,
pero te vistes de clásica y sigues siendo la misma.

Eres tú, mi suerte, eres tú, tan fuerte, eres tú, tú, tan diferente
surges y de repente la vida olvida a la muerte.
Imposible de tenerte si naces de un pentagrama,
si el drama yace en mi cama me abres enormes ventanas,

tu llama jamás se apaga, luz de eterna juventud
cuando llores punteando una guitarra de Blues.
Eres tú, la rabia sucia y rasgada de Kurt Cobain
el compromiso sincero de Marvin Gaye,

la grandeza de John Coltrane improvisando con el saxo,
la mirada niñada en los ojos de Michael Jackson.
Y es que tu son me sedujo, tu luz me dejo perplejo y caí,
reviví como el sol en forma de Soul y R&B

bebí de tí el elixir y resistí los golpes,
si fui torpe encontre por fin mi norte, mi soporte.
Entre acordes de Mark Knopfler redobles de Hanckock Herbi,
de Vivaldi hasta Elvis, desde Verdi hasta Jack Berry.

Inmortales piezas musicales hacen que el tiempo se pare,
estallan como bombas provocando ondas letales
de esperanza, de aliento y vida, mi gran amiga
solo tu haces eficaces todas las frases que diga,

mi balanza, mi paz, mi druida, en la fatiga
solo tu haces realidad los sueños que yo persiga.
Y es que sin ti no hay destino, solo piedra y mil caminos,
sin ti, soy un mimo temblando en el camerino.

Pero tu acojes mis voces si me ves desorientado,
y bailas conmigo un Vals igual que dos enamorados.
Eres la llave inmortal que abre este mental presidio,
desde Tiste-tutanclan hasta el ójala de Silvio.

Envidio el poder que impones en canciones
despiertas mis emociones, con creaciones de Ennio Morricone.
Sensaciones sin control cuando eres Rock n' Roll,
el erotismo de un bemol en la voz de Diana Krall

el solo de guitarra eléctrica que el silencio rompe,
la armónica que esconden las manos de Steve Wonder.
Te vi dónde todo acaba y Nada Sira con Black Sabbath
respiras vida con la calma que inspira Bob Dylan,

oscilas y posees a James Brown mueves su cuerpo,
junto a Freddy Mercury, Ray Charles jamás habrán muerto.
Y es cierto da igual que suenes con un arpa o un acai,
con la clase de Frank Sinatra o de Barry white.

Eres la métrica enigmática que envuelve mi ser y lo salva,
el idioma con el que los dioses hablan, eres música.




viernes, 15 de diciembre de 2017

Me equivoque al quererle. Miguel Poveda y Vanesa Martín

Me equivoque al quererle, yo no estaba sola. 
Me equivoque al sentir, las huellas de sus ojos por mi boca. 

Tenia el tacto metido en la piel y no pude negarme, 
Nacía imprudencia por cada intención de venir a ganarme 
Guarde toneladas de dudas y nervios bajo la ropa 
Y a medias fui otra 

Tiraba de mi con la fuerza de aquello que mueve montañas, 
Mientras la vida más pura y más vida jamás me dejaba 
Me equivoque al querer, la inercia de mi piel... 

Llévenme ahí río abajo, 
Junto mis muñecas a la altura de mi cara 
Con vergüenza y rabia declaré a este amor una emboscada 

Llévenme ahí río abajo, arranque la soledad y me cure 
Sentir no entiende de dominios 
Quien tumba al perdedor desde su cumbre 

De tierra y sal puñados para tomar conciencia 
Dolor envuelto en la misma saliva, que demandaba urgencias 
Me equivoque señores 
Si no merezco asiento no no no, no me perdonen, no me perdonen. 

Sude por sus mejillas y todo discurso se quedó en borrones 
Me equivoqué, me equivoqué, me equivoqué 
Ame hasta su forma de callar...de callar mi nombre

domingo, 10 de diciembre de 2017

El equilibrista. Benjamín Prado



El equilibrista

Hoy me ha dado mi amor dos órdenes distintas:

no olvides que te quiero y olvídate de mi.

Yo intento obedecerla,

partirme en dos y ser como el ángel de Borges

que volaba a la vez a Oriente y Occidente,

al norte y al sur.

Partirme en dos

y que uno de ellos siempre pueda matar al otro

para seguirla a ella,

para poder creer que no se ha ido.

Al hombre que no olvida que le quieres

no lo van a vencer ni el tiempo

ni la duda;

no podrá la tristeza cavar en el sus minas

ni el desánimo abrir sus embajadas.

Disipará las sombras,

simplemente,

con escribir tu nombre:

como cuando corrige la oscuridad del mundo

la gramática blanca de la nieve.

El hombre al que suplicas que te olvide

sufrirá la distancia,

la amargura,

el silencio implacable que latido a latido

forma su perla negra dentro del corazón.

Quererte será igual que beber con las manos:

El agua que detenga no va a calmar su sed

y el agua que se escape

se llevará su vida.

Cuando llega la noche,

los dos sueñan que son el general que extiende

sobre tu piel

los planos del deseo.

Y al despertar, recuerdan que tu eres su horizonte

y te buscan,

y siguen tu camino:

jamás se va rendir

quien sabe que no hay muerte más hermosa

que morirse sin ti

mientras te espera.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Un asunto de honor. Arturo Pérez Reverte




NOSOTROS EN LA Noche. Kent Haruf



Y entonces llegó el día en que Addie Moore pasó a visitar a Louis Waters. Fue un atardecer de mayo justo antes de que oscureciera.

Vivían a una manzana de distancia en la calle Cedar, en la parte más antigua de la ciudad, con olmos y almezos y un arce que crecían a lo largo del bordillo y jardines verdes que se extendían desde la acera hasta las casas de dos plantas. Durante el día había hecho calor, pero al anochecer había refrescado. Addie recorrió la acera bajo los árboles y giró ante la casa de Louis.

Cuando él salió a la puerta, Addie le preguntó: ¿Puedo entrar a hablar de una cosa contigo?

Se sentaron en el salón. ¿Te traigo algo de beber? ¿Un té?

No, gracias. Puede que no me quede el tiempo suficiente para beberlo. Addie miró a su alrededor. Bonita casa.

Diane siempre tenía la casa bonita. Yo lo he intentado.

Sigue bonita. Hacía años que no entraba.

Addie miró por las ventanas al jardín lateral donde caía la noche y a la cocina donde una luz brillaba sobre la pila y las encimeras. Todo estaba limpio y ordenado. Louis la observaba. Era una mujer atractiva, a él siempre se lo había parecido. De joven había tenido el pelo moreno, pero ahora era blanco y corto. Todavía conservaba la figura, aunque algo rellenita en la cintura y las caderas.

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Te preguntarás qué hago aquí, dijo ella.

Bueno, no creo que hayas venido a decirme lo bonita que está la casa.

No. Quiero proponerte algo.

¿Sí?

Sí. Tengo una propuesta.

Vale.

No es de matrimonio, dijo ella.

Tampoco se me había ocurrido.

Pero es un tema casi matrimonial. Aunque ahora no sé si podré. Estoy echándome atrás. Se rió un poco. Muy del matrimonio, ¿verdad?

¿El qué?

Lo de echarse atrás.

Puede.

Sí. Bueno, lo digo y punto.

Te escucho, dijo Louis.

Me preguntaba si querrías venir alguna vez a casa a dormir conmigo.

¿Cómo? ¿A qué te refieres?

Me refiero a que los dos estamos solos. Llevamos solos demasiado tiempo. Años. Me siento sola. Creo que quizá tú también. Me pregunto si vendrías a dormir por la noche conmigo. Y a hablar.

Él se la quedó mirando, contemplándola, curioso, cauto.

No dices nada. ¿Te he dejado sin respiración?, preguntó ella.

Supongo.

No estoy hablando de sexo.

Me lo preguntaba.

No, sexo no. No lo enfoco así. Creo que perdí el apetito sexual hace tiempo. Yo hablo de pasar la noche. De acostarse calentitos, acompañados. Meterse juntos en la cama y que te quedes toda la noche. Las noches son lo peor, ¿no crees?

Sí. Ya lo creo.

Al final termino tomando pastillas para dormir y leo hasta muy tarde y luego al día siguiente estoy grogui. No sirvo para nada.

He pasado por lo mismo.

Pero creo que si hubiera alguien conmigo en la cama podría dormir. Alguien agradable. Por la cercanía. Charlar de noche, a oscuras. Addie esperó. ¿Qué te parece?

No sé. ¿Cuándo quieres empezar?

Cuando quieras. Si es que quieres, añadió. Esta semana.

Deja que me lo piense.

De acuerdo. Pero avísame el día que vengas, si vienes. Así estaré preparada.

De acuerdo.

Espero tu respuesta.

¿Y si ronco?

Pues roncarás o aprenderás a dejar de roncar.

Él se rió. Sería una novedad.

Addie se levantó y salió y regresó a casa, y él se quedó observándola desde la puerta, una mujer de setenta años, complexión media y pelo blanco alejándose bajo los árboles iluminada a trozos por la farola de la esquina. La leche, dijo Louis. No te embales.
2

Al día siguiente Louis fue a la barbería de Main Street a cortarse el pelo, más o menos a la moda, y le preguntó al barbero si todavía afeitaban y como le dijo que sí también se afeitó. Después se fue a casa y telefoneó a Addie y le dijo: Si aún te parece bien, pasaré esta noche.

Sí, está bien. Me alegro.

Louis cenó ligero, solo un bocadillo y un vaso de leche, no quería sentirse lleno y pesado en la cama de Addie, y luego se dio una ducha caliente y larga y se frotó a conciencia. Se cortó las uñas de las manos y de los pies y ya de noche salió por la puerta trasera y enfiló el callejón cargado con una bolsa de papel con el pijama y el cepillo de dientes. El callejón estaba a oscuras y los pies arañaban la grava. Se veía una luz en la casa del otro lado y Louis distinguió a una mujer de perfil junto a la pila de la cocina. Entró en el patio trasero de Addie Moore, pasó de largo ante el garaje y el jardín y llamó a la puerta de atrás. Esperó bastante rato. Por la calle de delante pasó un coche con los faros encendidos. Louis oía a los estudiantes saludándose a bocinazos en Main Street. Entonces se encendió la luz del porche y la puerta se abrió.

¿Qué haces aquí atrás?, preguntó Addie.

Pensé que sería más difícil que me vieran.

Me da igual que te vean. Se enterarán. Alguien te verá. Ven por la entrada principal de la calle delantera. He decidido no hacer caso de lo que piense la gente. Le he prestado atención durante demasiado tiempo… toda la vida. No pienso seguir viviendo así. Por el callejón parece que estemos haciendo algo malo o vergonzoso.

He sido maestro de pueblo demasiado tiempo, dijo él. Es por eso. Pero vale. La próxima vez vendré por delante. Si hay una próxima vez.

¿Crees que no la habrá? ¿Es solo un rollo de una noche?

No lo sé. Quizá. Salvo por el sexo, claro. No sé cómo irá.

¿No tienes fe?, preguntó ella.

En ti sí. Puedo confiar en ti, ya lo veo. Pero no estoy seguro de que esté a la altura.

¿Qué estás diciendo? ¿A qué te refieres?

Al valor. A estar dispuesto a arriesgar.

Bueno, pero has venido.

Cierto. He venido.

Pues entonces será mejor que entres. No vamos a quedarnos fuera toda la noche. Aunque no tengamos motivos para avergonzarnos.

Louis cruzó el porche por detrás de ella hasta la cocina.

Tomemos una copa, propuso Addie.

Excelente idea.

¿Te gusta el vino?

Un poco.

Pero prefieres una cerveza.

Sí.

La próxima vez compraré cerveza. Si hay una próxima vez, dijo ella.

Louis no supo si era en broma o en serio. Si la hay, repitió.

¿Prefieres blanco o tinto?

Blanco, por favor.

Addie sacó una botella de la nevera y sirvió media copa para cada uno y se sentaron a la mesa de la cocina. ¿Qué llevas en la bolsa de papel?

El pijama.

O sea que como mínimo estás dispuesto a intentarlo una vez.

Sí. Exacto.

Se bebieron el vino.

¿Quieres más?

No, creo que no. ¿Me enseñas la casa?

Quieres que te enseñe las habitaciones y la distribución.

Solo quiero saber dónde estoy.

Para poder escabullirte de noche si hace falta.

Pues no, no se me había ocurrido.

Ella se levantó y él la siguió hacia el comedor y el salón. Luego Addie lo acompañó a los tres dormitorios de arriba, la habitación grande delantera con vistas a la calle era la suya. Dormíamos aquí, explicó Addie. Gene tenía el dormitorio de atrás y el otro cuarto lo usábamos como despacho.

Había un baño al fondo del pasillo y otro junto al comedor de la planta baja. La cama del dormitorio era doble y tenía una colcha de algodón fino.

¿Qué te parece?, preguntó Addie.

Es más grande de lo que imaginaba. Con más habitaciones.

Para nosotros estaba bien. Vivo aquí desde hace cuarenta y cuatro años.

Os instalasteis dos años después que Diane y yo.

Hace una eternidad.
3

Voy un momento al lavabo, dijo ella.

Mientras Addie estaba fuera Louis miró las fotografías de la cómoda y las que colgaban de las paredes. Fotos de familia con Carl el día de la boda, en la escalinata de la iglesia. Los dos en la montaña, junto a un arroyo. Un perrillo blanco y negro. Había conocido a Carl por encima, un tipo majo, bastante tranquilo, hacía veinte años vendía seguros agrarios y de otras clases por todo el condado de Holt, lo habían elegido alcalde de la ciudad dos legislaturas. Nunca llegó a conocerlo a fondo. Ahora se alegraba de no conocerlo bien. También había fotografías de su hijo. Gene no se parecía a ninguno de los dos. Era alto y flaco, muy serio. Y dos fotografías de la hija de joven.

Cuando Addie regresó, él dijo: Yo también voy al lavabo. Entró y fue al baño y se lavó escrupulosamente las manos y sacó una dosis minúscula de dentífrico y se cepilló los dientes y se quitó los zapatos y la ropa y se puso el pijama. Colocó la ropa doblada sobre los zapatos y lo dejó todo en el rincón detrás de la puerta y volvió al dormitorio. Ella se había puesto el camisón y se había metido en la cama, con la lamparilla encendida y la luz del techo apagada y la ventana entreabierta. Entraba una brisa suave y fría. Louis se quedó de pie junto a la cama. Ella apartó la sábana y la manta.

¿Vas a acostarte?

Lo estoy pensando.

Se metió en la cama, a un lado, tiró de la manta y se tumbó. Todavía no había dicho nada.

¿En qué piensas?, preguntó ella. Estás muy callado.

En lo raro que es esto. Es nuevo estar aquí. Me siento desconcertado, y algo nervioso. No sé en qué pienso. En un montón de cosas.