lunes, 24 de octubre de 2016

La historia del amor. Nicole Krauss


Una amiga me recomendó y prestó este libro, y nunca podré terminar de agradecérselo. Gracias Carmen, me conoces bien!!!

Un tesoro que hay que leer, yo lo termine ayer mismo, y voy a comprármelo, para volverlo a leer, y doblarle las esquinas, subrayarlo y ponerle notas. No os arrepentiréis de leerlo.

Uno de los descubrimientos del año, de esos libros que regalarías al amor de tu vida, aunque ya no los quiera.

"Érase una vez un niño. Vivía en un pueblo que ya no existe, en una casa que ya no existe, al borde de un campo que ya no existe, en el que todo se descubría y todo era posible. Un palo podía ser una espada. Una piedra podía ser un brillante. Un árbol, un castillo. Érase una vez un niño que vivía en una casa que estaba al borde de un campo y, al otro lado del campo, vivía una niña que ya no existe. Los dos se inventaban mil juegos. Ella era la reina y él era el rey. A ella le brillaba el pelo al sol de otoño, como una corona. Recogían el mundo a pequeños puñados. Cuando el cielo oscurecía, se despedían, y tenían hojas enredadas en el pelo. Érase una vez un niño que amaba a una niña, y la risa de ella era como una pregunta que él quería pasar la vida contestando."

martes, 18 de octubre de 2016

POEMA QUE LA MUERTE ESPERA. Fabricio Estrada

Nada es para siempre,
aceptémoslo,
Lo eterno se inventa
para no vernos acabados.

Nada dura más tiempo que una vida,
sólo las aves creen que el planeta es infinito,
sin imaginar que su vuelo
es inferior al de los astros
y que estos, a la vez,
un día se opacan
y surcan vacíos el silencio
como el corazón de un hombre 
que ha dejado de amar.

Por ello, cuando sé
que el amor es el primero en morir,
no dejo de sentir una extraña alegría,
saco una silla al patio
y entre las flores,
dejo a los gatos atrapar
y matar mariposas
en su juego.


jueves, 13 de octubre de 2016

El Canto de Aengus, el Errante. William Butler Yeats.


Fuí al bosque de avellanos,
Porque sentía un fuego en mi cabeza,
Y corté y pelé una rama de avellano,
Y enganché una baya en el hilo;
Y mientras volaban las polillas blancas,
Y estrellas como polillas titilaban,
Solté la baya en el arroyo
Y atrapé una pequeña trucha dorada.

Cuando la hube dejado en el suelo
Fui a avivar las lenguas de fuego,
Pero algo susurró en el suelo,
Y alguien me llamó por mi nombre:
Se había convertido en una joven de sutil resplandor
Con flores de manzano en su cabello
Que me llamó por mi nombre y corrió
Y se desvaneció en el claro aire.

Aunque ya estoy viejo de vagar
Por tierras bajas y tierras montañosas,
Descubriré dónde se ha ido,
Y besaré sus labios y tomaré sus manos;
Y caminaré por la larga hierba de colores,
Y aferraré hasta el fin de los tiempos
Las plateadas manzanas de la luna,
Las doradas manzanas del sol.

martes, 11 de octubre de 2016

Subir es más viejo que bajar. Sergio Bizzio.


Hay que reconocer que subir es más viejo que bajar,
pienso mientras me hundo
en el recuerdo de algo feliz y tan menor
que podría dedicarle la vida a su veneno:
escribir, leer, abandonarse, bebiendo, y ocasionalmente
girar la cabeza sobre un hombro y preguntar “¿qué?”
con los ojos apenas entreabiertos.
La casa es linda, hay tiempo para todo.
El equipo suena bien.
Hacemos lo que nos gusta hacer.
Y de pronto no pasa nada.
Ninguna garra se apoya sobre mi hombro.
Por más que lo intento
no puedo decir que alguien me sacude,
ni que abro los ojos y la veo a ella,
la que me odia, la que me amó.

lunes, 10 de octubre de 2016

Viaje al fin de la noche. Louis-Ferdinand Céline

Perdemos la mayor parte de la juventud a fuerza de torpezas. Era evidente que me iba a abandonar mi amada, del todo y pronto. Yo no había aprendido aún que existen dos humanidades muy diferentes, la de los ricos y la de los pobres. Necesité, como tantos otros, veinte años y la guerra, para aprender a mantenerme dentro de mi categoría, a preguntar el precio de las cosas antes de tocarlas y, sobre todo, antes de encariñarme con ellas. [...]

miércoles, 5 de octubre de 2016

Pedro Salinas

“Hablamos, ¿desde cuándo?
¿Quién empezó? No sé.
Y sin embargo,
por decir casi todo
y cuando nos separen
y ya no nos oigamos,
te diré todavía:
«¡Qué pronto!
¡Tanto que hablar, y tanto
que nos quedaba aún!»”


lunes, 3 de octubre de 2016

Pablo X. Suárez. Pop Retórika.


Hay ideas románticas
sobre casi todo.

Si pegas el oído, por ejemplo, según dicen
a una caracola

se escucha el mar.

Yo he probado lo mismo con botellas de cocacola
o con los cilindros negros donde se guardaban
los carretes de las cámaras de fotos
y he escuchado lo mismo.
La mer, l'amour.

Se han escrito tantas cosas
sobre las olas que caben en un enamoramiento
que cada vez que pongo la oreja en algo cóncavo
vienen a mí los océanos todos
vienen las gambas y los tiburones
las sepias y los cangrejos, con las sirenas.

Y debería creer
lo reconozco, quizás solo por conservar
la salud mental o la esperanza, en alguna
de entre todas esas tontas convenciones.

Debería creer, realmente
en algo
en la mujer acaracolada
igual a las desembocaduras todas.

Yo qué sé, en Marx
revisado por la escuela freudiana
o en un partido en el que alienarme revolucionaria
o futbolísticamente.

Debería creer
lo sé.

Pero
de momento
solo cuento con la certeza
de que el mar se escucha en cualquier cosa hueca
y de que no necesito caracolas
para escuchar
el sonido
de las olas.