miércoles, 1 de diciembre de 2010

Hay que tener temple de heroe para ser simplemente una persona decente.
(John Lecarre)

miércoles, 12 de mayo de 2010

INVICTUS

Hoy toca repartir cultura, y por qué? pues porque es bueno comer una pieza de fruta al día, y porque me ha encantado este poema, razones todas ellas suficientes para publicar lo que me salga a mi de donde yo te diga:


INVICTUS. William Ernest Henley

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.

Escrito William Ernest Henley, repoeta de la literatura inglesa, lo descubrí en la última película del abuelito Clint Eastwood: INVICTUS, basada a su vez en el libro -EL FACTOR HUMANO- escrito John Carlin, y todo ello girando en torno al poema “Invictus” que Nelson Mandela se recitaba a sí mismo.

Ahora salgan todos a tatuarse este poema!!!

Canciones de mi vida

Nueva categoria, canciones que hacen que se me caigan los palos del sombrajo.


La bohème, Charles Aznavour:

Je vous parle d'un temps
Que les moins de vingt ans
Ne peuvent pas connaître
Montmartre en ce temps-là
Accrochait ses lilas
Jusque sous nos fenêtres
Et si l'humble garni
Qui nous servait de nid
Ne payait pas de mine
C'est là qu'on s'est connu
Moi qui criait famine
Et toi qui posais nue

La bohème, la bohème
Ça voulait dire on est heureux
La bohème, la bohème
Nous ne mangions qu'un jour sur deux

Dans les cafés voisins
Nous étions quelques-uns
Qui attendions la gloire
Et bien que miséreux
Avec le ventre creux
Nous ne cessions d'y croire
Et quand quelque bistro
Contre un bon repas chaud
Nous prenait une toile
Nous récitions des vers
Groupés autour du poêle
En oubliant l'hiver

La bohème, la bohème
Ça voulait dire tu es jolie
La bohème, la bohème
Et nous avions tous du génie

Souvent il m'arrivait
Devant mon chevalet
De passer des nuits blanches
Retouchant le dessin
De la ligne d'un sein
Du galbe d'une hanche
Et ce n'est qu'au matin
Qu'on s'asseyait enfin
Devant un café-crème
Epuisés mais ravis
Fallait-il que l'on s'aime
Et qu'on aime la vie

La bohème, la bohème
Ça voulait dire on a vingt ans
La bohème, la bohème
Et nous vivions de l'air du temps

Quand au hasard des jours
Je m'en vais faire un tour
A mon ancienne adresse
Je ne reconnais plus
Ni les murs, ni les rues
Qui ont vu ma jeunesse
En haut d'un escalier
Je cherche l'atelier
Dont plus rien ne subsiste
Dans son nouveau décor
Montmartre semble triste
Et les lilas sont morts

La bohème, la bohème
On était jeunes, on était fous
La bohème, la bohème
Ça ne veut plus rien dire du tout.

Durante mucho tiempo mi buen amigo y yo bromeamos sobre esta canción, diciendo que sería la banda sonora de nuestra estancia en Paris, finalmente fue mucho mas que eso, pero quedará como muchas otras cosas solo en la memoria, pues hay cosas que nadie creerá porque sencillamente nunca lo vivieron. No se trata de darselas de bohemios, se trataba de la cultura de la supervivencia y lo que es mas importante, de la felicidad.

domingo, 18 de abril de 2010

Remando al viento

Remando al viento es una de mejores películas españolas, pretenciosa en algunos aspectos, con mejores intenciones que resultados, pero indudablemente una gran obra, y mas en nuestra patria, dirigida en 1988 por Gonzalo Suárez resulta toda una sorpresa y por decirlo asi un tesoro relativamente escondido.

Sus dialogos son los que realmente me han atrapado, os dejo una muestra:



Lord Byron: Oiga, Fletcher. Encargue una lápida de mármol y que escriban estas palabras.

[…]

Lord Byron: Aquí reposa un ser que poseyó la belleza sin vanidad, la fuerza sin insolencia, el valor sin ferocidad, todas las virtudes del hombre sin ninguno de sus vicios. Procure que sea la mejor lápida, Fletcher. Y luego construiremos un mausoleo. Me gustaría reposar aquí. Pero, si muere antes que yo, Fletcher, el honor será suyo.

Fletcher: Gracias, Milord. Si a Ud. Le enterraran aquí, no me disgustaría. Pero no quisiera estar solo... con el perro.

[…]

Lord Byron: Quería mucho a ese perro. Era un buen guardián y un buen amigo. Ignoraba a los perros y a los hombres. Me pertenecía sólo a mí.

[…]

Lord Byron ¿Por qué a Fletcher no le gusta que le entierren allí?

Claire Clairmont: ¿Dónde?

Lord Byron Con el perro, en una gran tumba.

Claire Clairmont: ¿A ti te gustaría?

Lord Byron - ¿Qué?

Claire Clairmont: Que te enterraran con él.

Lord Byron- ¿Con Fletcher?

Claire Clairmont: Con el perro.

Lord Byron: No me importaría.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Delibes, el hombre, ha muerto.

Hace una semana falleció un grande, un gran creador, como dijo mi maestro: "un hombre capaz de escribir sin disfrazarse de escritor"

Como despedida, que mejor que las palabras que dejó Delibes como introducción a sus obras completas.

Después de El hereje.

Aunque viví hasta el 2000..., el escritor Miguel Delibes murió en Madrid el 21 de mayo de 1998, en la mesa de operaciones de la clínica La Luz. Esto es, los últimos años literariamente no le sirvieron de nada.

El balance de la intervención quirúrgica fue desfavorable. Perdí todo: perdí hematíes, memoria, dioptrías, capacidad de concentración... En el quirófano entró un hombre inteligente y salió un lerdo. Imposible volver a escribir. Lo noté enseguida. No era capaz de ordenar mi cerebro. La memoria fallaba y me faltaba capacidad para concentrarme. ¿Cómo abordar una novela y mantener vivos en mi imaginación, durante dos o tres años, personajes con su vida propia y sus propias características? ¿Cómo profundizar en las ideas exigidas por un encargo de mediana entidad? Estaba acabado. El cazador que escribe se termina al tiempo que el escritor que caza. Me faltaban facultades físicas e intelectuales. Y los que no me creyeron y vaticinaron que escribiría más novelas después de El hereje, se equivocaron de medio a medio. Terminé como siempre había imaginado: incapaz de abatir una perdiz roja ni de escribir una cuartilla con profesionalidad.

No me quejaba. Otros tuvieron menos tiempo. Al fin y al cabo, setenta y ocho años son bastantes para realizar una obra. Le di gracias a Dios, que me permitió terminar El hereje, y me dediqué a la vida contemplativa. Las cosas que intenté no eran serias. Con mi hijo Miguel hicimos un libro sobre el cambio climático, en el que no intervine más que para hacer preguntas propias de un ciudadano preocupado, pero no aporté una sola idea. En Muerte y resurrección de la novela di a la estampa algo que tenía hecho para dar la sensación de que trabajaba, de que aún disponía de una vida activa.
Los optimistas que sobreviven a un cáncer suelen decir que lo vencieron. Yo no me atrevo a tanto. Los cirujanos impidieron que el cáncer me matara, pero no pudieron evitar que me afectara gravemente. No me mató pero me inutilizó para trabajar el resto de mi vida. ¿Quién fue el vencedor?

Y bien: cuando mi obra, dicho lo dicho, está concluida, y por tal la doy, veo con satisfacción que los prestigiosos editores de Círculo de Lectores y Ediciones Destino se ocupan ahora de recopilarla y reunirla en los siete volúmenes que van a configurar esta serie. Cada volumen, además, irá prologado por un destacado estudioso de mi obra. ¿Qué hacer sino sentirme halagado y agradecido? Si mi primera novela apareció en 1948 —hace ahora sesenta años— y la última en 1998, ha sido media centuria, la segunda del siglo XX, la que me he ocupado escribiendo y publicando libros. Y siempre con el beneplácito de mis lectores. También a ellos, y a cuantos ahora se asomen a las páginas de estas Obras completas, quiero agradecer sinceramente su benevolencia y fidelidad.

martes, 16 de marzo de 2010

Frases Míticas


La frase de la semana me la descubrió mi querido amigo Sergio (Dr. Pollo), quien a su vez la descubrió en una representación de Macbeth, una semana después y ya superado el envenamiento que le supuso, fue capaz de verbalizarlo, en la obra decían: "En la vida todo es miedo y nada es amor"

Ilustración del artista polaco Tomek Karelus

lunes, 15 de marzo de 2010

Jean-Philippe


Jean-Philippe probablemente ha muerto, probablemente ya lo estaba cuando le conocí, sin embargo dejarme que os lo presente. Jean era el casero de mi amigo Oscar y entre otras cosas vivía infelizmente casado con Diana, dedicando su existencia a morir un poco cada día, mientras su señora alternaba, unas esporádicas clases de ingles, con su síndrome de Diógenes (esto último le ocupaba mucho tiempo y le daba mucho encanto a la casa de mi amigo).

Dichos caseros tenían la sana costumbre de abandonar la casa y de vez en cuando volver al hogar para compartir piso con su inquilino, la primera vez al marcharse simplemente dejaron una nota en uno de los salones que ponía “No entrar, solo oscar puede entrar para tocar el piano”. Días mas tarde volvieron y pasaron un temporada en la casa, volvieron a marcharse, y así periódicamente, unas veces, venían juntos, otras solo Jean-Philippe dispuesto a gastar sus días y los restos de su vida fumando y tosiendo, tumbado en su sofá, disfrutando de su colección de música, realmente maravillosa, que en sus ausencias jamás pudimos encontrar.

Venían 15 días, una semana, tres días, los que fuesen y desaparecían, discutían, impregnaban la casa de humo y desesperación, porque aquellos caseros hacia mucho que eran un matrimonio condenado a odiarse, y como he dicho marchaban, volvían a Inglaterra, y oscar y yo vivíamos sus escapadas jugando como niños, buscando tesoros, explorando, pues aquella casa era el sueño de los curiosos: libros, partituras, recuerdos, sueños, y una innumerable lista de objetos que uno nunca pudo imaginar y que ahora no se nombrar, porque quizá ni tenían nombre (¿como se llaman las fotos cortadas por la mitad para olvidar a alguien? deberían tener un nombre propio).

De aquellos tesoros me gustaban especialmente dos, un armario lleno de fotos y cartas (cartas que jamás nos atrevimos a leer) y mi disfraz de Jean-Philippe, aquellas fotos tanta veces ojeadas y ese traje, fueron la primera señal de lo que entendí mucho mas tarde, una lección fundamental, que nosotros quienes malgastamos muchos de nuestros días en Paris lamentándonos, no vimos en aquel entonces. Aquellas fotos hablaban y aquel traje de la juventud de Jean Philippe (que vestí una única noche, aquella que llamamos de Marlon Brando) dejaron en mi una semilla que poco a poco fue creciendo hasta el día de hoy y por el resto de mi vida.

Aquellas fotos mostraban un Jean-Philippe muy distinto de aquel que conocimos, un hombre joven y guapo, que había viajado por el mundo y había disfrutado de la vida, siempre rodeado de mujeres también jóvenes y hermosas, nosotros comentábamos las fotos intuyendo los lugares y las situaciones. Hoy día recordamos especialmente aquellas en las que aparecía con una vespa, y una chica rubia, que bien podría ser la protagonista de La dolce vita.

De aquellas fotos imaginamos que habían recorrido Italia en moto y otras muchas cosas, yo por mi parte siempre vi en aquella mujer un hermoso reflejo de lo que hoy era la querida y sin embargo odiada esposa de Jean. De aquello no quedaba nada, ni Juventud, ni belleza, ni lo que es mas importante "vida", no quedaba vida señores, el casero de oscar hacia mucho que yacía muerto en aquel sofá, como he dicho fumaba, tosía, discutía, pero en aquella soledad voluntaria no quedaba nada.

Con tristeza escribo estas palabras porque realmente convivimos con un fantasma del pasado que de vez en cuando regresaba al hogar para atormentarnos, y que nosotros ignorantes nunca le prestamos atención, miramos a través de el en sus fotos, yo prácticamente me puse en su zapatos una noche, lleve el traje de aquel muerto viviente, mientras su alma torturada hacia ruidos en el salón para recordarnos que la vida se nos escapaba sin darnos cuenta.

Aquellas visitas nunca calaron en nosotros y sin embargo Jean-Philippe hoy va conmigo a todas partes, a un lado en hombre joven que fue y al otro el viejo decrepito que se dejo morir en vida, siempre miro a los lados, y me pregunto en que momento vino a visitarme, pienso que a todos nos visita para recordarnos el futuro y el pasado, y como fue dejarse la vida en el camino. Un día Jean-Philippe vendrá para quedarse y quizá esta vez como en un relato de Lovecraft lo descubramos con horror en el reflejo del espejo.

Damián R. Fuentes