miércoles, 31 de diciembre de 2014

Ella amará a otro hombre. José Ángel Buesa

Ella amará a otro hombre.
Yo voy lejos, andando hacia el olvido.
Y puede suceder que alguien me nombre,
pero ella fingirá no haber oído.
 
Ella amará a otro hombre:
el tiempo pasa y el amor finaliza,
y es natural que lo que fue una brasa
acabe convirtiéndose en ceniza.
 
Aunque nadie lo quiera,
envejecen las vidas y las cosas,
y es natural también que en primavera
los rosales den rosas.
 
Es natural. Por eso,
ella amará a otro hombre, y está bien.
No sé si ya olvidó mi último beso,
ni me importa con quién.
 
Pero quizás, un día,
oyendo una canción,
sentirá que esa vieja melodía
le cambia el ritmo de su corazón.
 
O será algún vestido
que yo le conocí,
o el olor del jardín cuando ha llovido,
pero algún día ha de pensar en mí.
 
O puede ser un gesto,
un modo de mirar,
o ciertas calles, o un botón mal puesto,
o una hoja seca que voló al azar.
 
Y de alguna manera
tendrá que recordarme, sin querer,
escuchando unos pasos en la acera
como los míos al atardecer.
 
Será en algún momento,
no importa cuándo o dónde, aquí o allá,
porque el amor, por parecerse al viento,
parece que se ha ido y no se va.
 
Y si en ese momento ella suspira
y él pregunta por qué,
le tendrá que inventar una mentira
para que nunca sepa por qué fue.
 
Y él no verá esa huella,
eso tan mío en lo que ya perdí;
y, aunque la pueda amar más que yo a ella,
ella no podrá amarlo más que a mí..!





Miguel Hernández


 No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.

Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.

Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos sus brazos.

Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.

Federico García Lorca. Ciudad sin sueño

 

 

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.

Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!

Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.

Castillos de Arena. Gioconda Belli


Por que no me dijiste que estabas construyendo
ese castillo de arena?

Hubiera sido tan hermoso
poder entrar por su pequeña puerta,
recorrer sus salados corredores,
esperarte en los cuadros de conchas,
hablándote desde el balcón
con la boca llena de espuma blanca y transparente
como mis palabras,
esas palabras livianas que te digo,
que no tienen mas que el peso
del aire entre mis dientes.
Es tan hermoso contemplar el mar.

Hubiera sido tan hermoso el mar
desde nuestro castillo de arena,
relamiendo el tiempo
con la ternura
honda y profunda del agua,
divagando sobre las historias que nos contaban
cuando, niños, éramos un solo poro
abierto a la naturaleza.

Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena
en la marea alta.

Se ha llevado las torres,
los fosos,
la puertecita por donde hubiéramos pasado
en la marea baja,
cuando la realidad esta lejos
y hay castillos de arena
sobre la playa...

Aquí están tus recuerdos. Olga Orozco



 Aquí están tus recuerdos:
este leve polvillo de violetas
cayendo inútilmente sobre las olvidadas fechas;
tu nombre,
el persistente nombre que abandonó tu mano entre las piedras;
el árbol familiar, su rumor siempre verde contra el vidrio;
mi infancia, tan cercana,
en el mismo jardín donde la hierba canta todavía
y donde tantas veces tu cabeza reposaba de pronto junto a mí,
entre los matorrales de la sombra.

Todo siempre es igual.
Cuando otra vez llamamos como ahora en el lejano muro:
todo siempre es igual.
Aquí están tus dominios, pálido adolescente:
la húmeda llanura para tus pies furtivos,
la aspereza del cardo, la recordada escarcha del amanecer,
las antiguas leyendas,
la tierra en que nacimos con idéntica niebla sobre el llanto.

-¿Recuerdas la nevada? ¡Hace ya tanto tiempo!
¡Cómo han crecido desde entonces tus cabellos!
Sin embargo, llevas aún sus efímeras flores sobre el pecho
y tu frente se inclina bajo ese mismo cielo
tan deslumbrante y claro.

¿Por qué habrás de volver acompañado, como un dios a su mundo,
por algún paisaje que he querido?
¿Recuerdas todavía la nevada?

¡Qué sola estará hoy, detrás de las inútiles paredes,
tu morada de hierros y de flores!
Abandonada, su juventud que tiene la forma de tu cuerpo,
extrañará ahora tus silencios demasiado obstinados,
tu piel, tan desolada como un país al que sólo visitaran cenicientos pétalos
después de haber mirado pasar,   ¡tanto tiempo!,
la paciencia inacabable de la hormiga entre sus solitarias ruinas.

Espera, espera, corazón mío:
no es el semblante frío de la temida nieve ni el del sueño reciente.
Otra vez, otra vez, corazón mío:
el roce inconfundible de la arena en la verja,
el grito de la abuela,
la misma soledad, la no mentida,
y este largo destino de mirarse las manos hasta envejecer.

Los mejores de la raza. Charles Bukowski




 No hay nada que
discutir
no hay nada que
recordar
no hay nada que
olvidar
es triste
y
no es
triste
parece que la
cosa más
sensata
que una persona puede
hacer
es
estar sentada
con una copa en la
mano

Pobreza de Charles Bukowski

 

Es el hombre que tú nunca has visto quien
te mantiene alerta,
el que ha de venir
algún día.
él no se encuentra en las calles o
en los edificios o en los
estadios,
o si está allá
lo he pasado por alto de algún modo.
él no es uno de nuestros presidentes
u hombres de estado o actores.
me pregunto si se encuentra allí.
bajo las calles
paso delante de farmacias y hospitales y
teatros y cafés
y me pregunto si él se encuentra ahí.
he mirado casi durante medio siglo
y él no ha sido visto.
un hombre vivo, verdaderamente vivo,
digamos cuando desciende la mano
al encender un cigarrillo
ves sus ojos
como los ojos de un tigre mirando fijamente
al pasar en el viento.
pero cuando las manos bajan
es siempre los
otros ojos
los que están allá
siempre siempre.
y pronto será demasiado tarde para mí
  y habré vivido una vida
con farmacias, gatos, sábanas, saliva,
periódicos, mujeres, puertas y otros surtidos,
pero en ninguna parte
un hombre vivo.

Siempre lo que quieras. Angel Gonzalez


  Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo   
pero luego no digas que no sabes lo que haces.

CARILDA OLIVER LABRA. Cuido mi soledad como un regalo

 
Cuido mi soledad como un regalo
que ya tendré que devolver un día
cuando se me acabe la poesía
y descubran que soy un ángel malo.
Vivo del disparate, sin ayuda,
sin resplandor ni fuego que me hable,
y caigo en este luto irreparable
donde bebo mis tósigos de viuda.
No me compadezcáis pues tanta pena
tal vez la merecí, y es mi condena.
Miradme bien: yo sufro con cariño.
Llega el dolor enorme que derrota,
y aunque me crean para siempre rota
lo cargo entre mis brazos como a un niño.

martes, 30 de diciembre de 2014

Louis-Ferdinand Céline. Viaje al fin de la noche.

Enamorarse no es nada, permanecer juntos es lo difícil. La basura, en cambio, no pretende durar ni crecer. En ese sentido, somos mucho más desgraciados que la mierda, ese empeño de perseverar en nuestro estado constituye la increíble tortura.
Está visto que no adoramos nada más divino que nuestro olor. Toda nuestra desgracia se debe a que debemos seguir siendo Jean, Pierre o Gaston, a toda costa, durante años y años. Este cuerpo nuestro, disfrazado de moléculas agitadas y triviales, se revela todo el tiempo contra esta farsa atroz del durar. Quieren ir a perderse, nuestras moléculas, ¡ricuras!, lo más rápido posible, en el universo. Sufren por ser sólo “nosotros”, cornudos del infinito. Estallaríamos si tuvieramos valor; no hacemos más que flaquear día tras día. Nuestra tortura querida está encerrada ahí, atómica, en nuestra propia piel, con nuestro orgullo.


sábado, 27 de diciembre de 2014

William Faulkner. Mientras Agonizo.

"y que pecado y amor y miedo sólo son sonidos que las personas que nunca pecaron ni amaron ni tuvieron miedo usan para eso que nunca sintieron y no pueden sentir hasta que se olviden de las palabra"

Shakespeare & Company

En Paris hay una tiendecita de libros encantadora, todo el mundo la conoce, mucha gente deja escritos en una de sus paredes, yo siempre que vuelvo a Paris, escribo en esa pared...

martes, 23 de diciembre de 2014

Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.

“Una mañana, nos regalaron un conejo de Indias.
Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula.
Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad.”

Cioran Emil / Syllogismes de l’amertume / En las raíces del vacío

En los sueños se manifiesta el loco que hay en  cada uno de nosotros; tras haber regido nuestras noches, se duerme en  las profundidades del ser, en el seno de la especie; a veces, sin  embargo, le oímos roncar en nuestros pensamiento



Mario Benedetti

“No puedo avanzar contigo 
por que te deseo a cada instante 
y desear lo que no se puede tener
es como escribir 
sin que nadie te lea. 
Eso seguro que lo entiendes.”

miércoles, 17 de diciembre de 2014

En la carretera. Jack Kerouac

"Ella quería que fuera “como ella quería que fuera”. […] jamás llegaría a comprenderme, pues me gustan demasiadas cosas y me sumo en la confusión y me atasco cuando corro de una cosa a otra y al final acabo hundido.[…] No tengo nada que ofrecer a nadie más que mi propia confusion"

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Cien años de soledad. Gabriel García Márquez

“- ¡Carajo!- gritó.
Amaranta, que empezaba a meter la ropa en el baúl, creyó que la había picado un alacrán.
- ¿Dónde está? - preguntó alarmada.
- ¿Qué?
- ¡El animal!
Úrsula se puso un dedo en el corazón.
- Aquí- dijo.”


martes, 2 de diciembre de 2014

Henry Miller - Sexus

Para algunos es una perspectiva aterradora. Según creen, sería mejor que el Cielo estuviera arriba y el Infierno abajo… en cualquier sitio exterior, pero no dentro. Pero nos han quitado ese consuelo de debajo de los pies. No hay sitios a donde ir: ni a por premio ni a por castigo. El lugar es siempre aquí y ahora, en tu propia persona y de acuerdo con tu propia fantasía. El mundo es exactamente lo que imaginas que es, siempre, en todo instante. Es imposible cambiar el decorado y fingir que disfrutarás con otro acto distinto. El decorado es permanente, cambia con la mente y el corazón, no conforme los dictados de un director de escena invisible. Tu eres el autor, director y actor a un tiempo: el drama va a ser siempre tu propia vida, no la de otro.