sábado, 13 de octubre de 2012

Mudanzas y miserias


Por varias razones afronto mi tercera mudanza en un año, y voy a daros un consejo, no abráis vuestras cajas llenas de recuerdos, no miréis debajo de la cama, no permitáis encontraros con vosotros mismos, no abráis ese cajón que tanto costó cerrar.
Encontrareis cartas, notitas de biblioteca (mucho más que las intimas que las de clase), encontrareis rosas secas entre libros, ya no lo recordareis pero las rosas  son un tipo de flor, encontrareis poemas propios (en mi caso de una altísima baja calidad) e impropios (realmente inmerecidos), hallareis un yo anterior, quizá un crio rebelde en vías de ser domesticado, quizá una niña con ojos de cachorro, os mirareis en un espejo inesperado y ya veremos si os gusta lo que veis, yo aun no lo tengo claro, seguro que a vosotros os encanta por lo reflejo del colectivo y tal...
Encontrareis esa detestable palabra que me niego a escribir y que claro no significa nada, ya que no es suficiente, pero seamos honestos algo he aprendido, y te diré una cosa querido destino (con D de dinero), te llevo una ventaja, guardo algo en el corazón para la siguiente mudanza y repito sé que no es suficiente, que los poemas no tienen nada que hacer  contra la cerveza o la indolencia, pero es lo que soy.
Vosotros que sois más listos que yo, no lo dudo, como no lo dudáis vosotros, dejad vuestros trastos olvidados en armarios, quemad vuestras cajas llenas de cartas no sea que entre tanta vergüenza se escape algo para quedarse a vivir en ese sofá que tanto os gusta. No permitáis que vuestros hijos vendan vuestras fotos en el rastro.
Hacedme  caso vosotros que no tenéis  tiempo ni para pensar las cosas, yo soy un tipo alegremente desocupado, dejad ese cajón cerrado queridos y felices esclavos, dejad para otros tanta lucha que ya nos encargaremos nosotros de lidiar con tanto recuerdo.

3 comentarios:

La Pequeña Salvaje dijo...

No, no me hace falta dejar el cajón cerrado, ni la caja, ni los armarios ni nada. Hace muchos años que me di cuenta que los recuerdos físicos asociados a malas experiencias o a experiencias que acabaron de culo, como mucho, para lo único que valen es para estorbar y preguntarte -¿¿pero qué coño es esto!!- ; por eso, tiro sin ningún tipo de complejo esas cosas a la basura o se las regalo a quien le puedan servir; porque a mi "yo" del presente no le valen, así pues tampoco ya le pertenecen. Me he vuelto jodidamente practica para estas cosas, no sé si por culpa de la edad o del sentido común; quizás también influye tener una habitación pequeña en la que no puedo permitirme ni me apetece tener "trastos", jajaja.
¿Tu tercera mudanza en un año? Qué vida tan dinámica, está muy bien.

Iseo dijo...

Las cosas efectivamente solo son cosas, y lo suyo es ser práctico, lo material para mi no significa nada, pero el recuerdo que asocias al objeto eso es lo verdaderamente peligroso, son minas antipersona, puedes enterrarlas, esconderlas, o regalarselas al vecino, pero cuando menos lo esperes reapareceran para apuntarte un miembro. Yo recomiendo no abrir recuerdos, que evidentemente es imposible, es una forma de animar al personal a ejercitas la disciplina del olvido que yo como digo no comparto. Lo recuerdos malos no son nada, esos te hacen las fuerte, los duros de verdad son los buenos, eso que no volveras a vivir...

Iseo dijo...

Pd: para ser sincero no comparto el gusto por el olvido pero si que lo practico