jueves, 29 de agosto de 2013

Soñar no cuesta nada. Claudio Bertoni

Soñar no cuesta nada
siempre miraba en la puerta
en el suelo a la entrada
por si había algún papelito
por si se te había ocurrido pasar
por si habías sentido la necesidad de pasar
y siempre que volvía de Viña
tenía el sueño de encontrarte ahí
sentada en la puerta
sentada en la escalera
y siempre te saludaba
y así me aliviaba,
en una ínfima medida me aliviaba.
también cuando los perros ladraban mucho 
pensaba que eras tú 
que podías ser tú 
porque así le ladran los perros a las personas que no conocen 
y el viento en las ramas del damasco 
y en las hojas 
y el viento en las plantas 
también eras tú 
también podías ser tú 
y los perritos que vienen a pedir cáscaras de queso 
también podías ser tú 
pero nunca fuiste tú
nunca en ninguno de estos casos fuiste tú 
siempre fue el viento 
y los perritos 
y los pasos de otras personas 
y los ladridos para otras personas 
y ya no te confundo con los pies de los perritos 
y ya no te confundo con el viento entre las ramas 
y ya no te confundo con el viento entre las hojas 
y ya no te confundo con el viento entre las plantas 
y ya no te confundo conmigo 
y ya no me confundo contigo 
y ya no nos confundo a los dos
    

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