Filisteos,
tenderos,
mientras acariciáis a vuestras mujeres
pensando
en los hijos
que vuestros groseros apetitos
engendran,
imagináis
que serán
notarios,
de gran papada
y rotundo vientre.
Pero para castigaros bien,
veréis llegar un día
a este mundo
unos hijos no deseados
que se convertirán en melenudos
poetas.
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