Si a mí me hubieran dicho
que iba a llegar el día
en que los dos no fuéramos
más que simples amigos,
no lo hubiera creído.
Que alguien nos viera, digo,
hablar indiferentes
del sol o de la lluvia
como simples amigos,
no lo hubiera creído.
¡Ay, qué puñal tan fino
éste de cuya herida
me muero y me desangro...!
Si me lo hubieran dicho,
no lo hubiera creído.
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