"Ya te lo oigo decir, «este tío está loco», y en realidad
quizás lo esté. Pero de todos modos no tengo la sensación de estarlo.
Aunque sea un punto muy débil a mi favor, si lo es en realidad. Cuando
estoy fuera, entre gente, me siento incómodo. Ellos hablan y tienen
emociones en las que yo no participo. Y es, sin embargo, cuando estoy
con ellos cuando más fuerte me siento. Y pienso esto: si ellos pueden
existir apoyándose concretamente en esos fragmentos de cosas, yo también
puedo existir, sin duda. Pero es cuando estoy solo y todas las
comparaciones deben enfrentarse a una comparación de mí mismo frente a
las paredes, a la respiración, a la historia, a mi fin, cuando empiezan a
pasar cosas extrañas. Evidentemente soy un hombre débil. He probado a
recurrir a la Biblia, a los filósofos, a los poetas, pero para mí, no sé
por qué, ninguno ha dado en el blanco. Hablan de algo completamente
distinto, por eso dejé de leer hace ya mucho. Hallé cierta ayuda en la
bebida, en el juego y el sexo, en este sentido me he portado como
cualquier hombre de la comunidad, la ciudad, la nación. Con la
diferencia única de que a mí no me interesaba «triunfar». No quería
familia, hogar, trabajo respetable, etc. Y así me veía yo: ni
intelectual ni artista, sin las auxiliadoras raíces del hombre normal,
colgando como algo etiquetado en medio y supongo, sí, que es el
principio de la locura."
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