"[…] Todavía creo que nuestro mejor diálogo ha
sido el de las miradas. Las palabras, consciente o inconscientemente, a
menudo mienten, pero los ojos nunca dejan de ser veraces. Si alguna vez
he pretendido mentir a alguien con la mirada, los párpados se me caen,
bajan espontáneamente su cortina protectora, y ahí se quedan hasta que
yo y mis ojos recuperamos la obligación de la verdad. Con las palabras
todo es más complejo, pero aún así, si las palabras tratan de engañar,
los ojos suelen desmentir a la boca."
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