El lobo estepario, Hermann Hesse
"Cuando he estado una temporada sin
placer y sin dolor y he respirado la tibia e insípida soportabilidad de
los llamados días buenos, entonces se llena mi alma infantil de un
sentimiento tan doloroso y de miseria que al dormecino dios de la
semisastifacción le tiraría a la cara satisfecha la mohosa lira de la
gratitud, y más me gusta sentir dentro de mí arder un dolor verdadero y
endemoniado que esta confortable temperatura de estufa. Entonces se
inflama en mi interior un fiero afán de sensaciones, de impresiones
fuertes, una rabia de esta vida degradada, superficial, esterilizada y
sujeta a normas, un deseo frenético de hacer polvo alguna cosa, por
ejemplo, unos grandes almacenes o una catedral, o a mí mismo; de cometer
temerarias idioteces, de arrancar la peluca a un par de ídolos
generalmente respetados, de equipar a un par de muchachos rebeldes con
el soñado billete para Hamburgo, de seducir a una jovencita o retorcer
el pescuezo a varios representantes del orden social burgués. Porque
esto es lo que yo más odiaba, detestaba y maldecía principalmente en mi
fuero interno: esta autosatisfacción, esta salud y comodidad, este
cuidado optimismo del burgués, esta bien alimentada y próspera
disciplina de todo lo mediocre, normal y corriente."
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