domingo, 27 de enero de 2013
Mario Benedetti
¿Quién me convence de que su adiós, no fue una urgente, acorralada, última señal de amor?
viernes, 25 de enero de 2013
Julio Cortázar
Lo que no entendemos es por qué eso tiene que suceder así, por qué nosotros estamos aquí y afuera está lloviendo. Lo absurdo no son las cosas, lo absurdo es que las cosas estén ahí y las sintamos como absurdas. A mí se me escapa la relación que hay entre yo y esto que me está pasando en este momento. No te niego que me esté pasando. Vaya si me pasa. Y eso es lo absurdo…. El absurdo es que no parezca un absurdo… El absurdo es que salgas por la mañana a la puerta y encuentres la botella de leche en el umbral y te quedes tan tranquilo porque ayer te pasó lo mismo y mañana te volverá a pasar. Es ese estancamiento, ese así sea, esa sospechosa carencia de excepciones.
miércoles, 23 de enero de 2013
Bukowski Charles. Se busca una mujer.
Como cualquiera podrá decirles, no soy un hombre muy agradable. No conozco esa palabra. Yo siempre he admirado al villano, al fuera de la ley, al hijo de perra. No aguanto al típico chico bien afeitado, con su corbata y un buen trabajo. Me gustan los hombres desesperados, hombres con los dientes rotos y mentes rotas y destinos rotos. Me interesan. Están llenos de sorpresas y explosiones.
lunes, 21 de enero de 2013
Un poco de literatura Polaca: Revolucion, Slawomir Mrozek
En
mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa.
Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí.
Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento
acabó por volver. Llegué a la conclusión de que el origen del
aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e
inmutable. Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue
inconformista. La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé
con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no
podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido
mi posición preferida. Pero al cabo de cierto tiempo, la novedad dejó de
ser tal y no quedó más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y
el armario en medio. Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario
en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista.
Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por “ese cierto tiempo”.
Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo
y extraordinario. Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una
decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es
posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos
límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia
es ineficaz, hay que hacer una revolución. Decidí dormir en el armario.
Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que
semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la
hinchazón de pies y de los dolores de columna. Sí, esa era la decisión
correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez, “cierto tiempo”
también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no
llegué a acostumbrarme al cambio -es decir, el cambio seguía siendo un
cambio-, sino que al contrario, cada vez era más consciente de ese
cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo. De modo
que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de
resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté
más. Salí del armario y me metí en la cama. Dormí tres días y tres
noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa
en medio, porque el armario en medio me molestaba. Ahora la cama está de
nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el
aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario…
sábado, 19 de enero de 2013
De nuevo Las olas · Virginia Woolf
Cuánto mejor estar solo, como el solitario pájaro marino que despliega las alas posado sobre la estaca. Dejadme estar aquí sentado para siempre jamás, con cosas desnudas, esta taza de café, este cuchillo, este tenedor, cosas que son en sí mismas, tal como yo soy yo mismo. No os acerquéis para inquietarme con vuestras insinuaciones de que ha llegado la hora de cerrar vuestra tienda e iros. Con gusto os daría cuanto dinero tengo para que no me molestéis, sino que me dejéis seguid sentado y sentado, en silencio y solo.
viernes, 18 de enero de 2013
Las olas. Virginia Woolf
Este hombre no despierta mi admiración, ni él me admira a mí. Séame
permitido al menos ser honrado. Séame permitido denunciar a este mundo
de naderías y memeces, tan satisfecho de sí mismo, estos asientos
repletos de pelo de caballo, estas coloreadas fotografías de
embarcaderos y desfiles militares. Poco me falta para chillar ante la
cómoda satisfacción de sí mismo, y la mediocridad de este mundo que
produce tratantes de caballos con adornos de coral pendientes de la
cadena del reloj. Llevo en mi interior algo que los destruirá por
entero. Mi risa les hará retorcerse en sus sillones, les obligará a
echar a correr aullando. No: son inmortales. Triunfan. Por ellos jamás
podré leer a Catulo en un vagón de tercera.
viernes, 11 de enero de 2013
Pagliacci, de Ruggiero Leoncavallo
Vesti la Giubba es sencillamente un Aria maravillosa. Podría deciros que comparto esto, en tanto me siento un payaso de mierda, de esos que te hacen reir mientras por dentro se mueren de pena, pero para que decirlo, si eso ustedes que me conocen, seguro que ya lo saben...
Os dejo el original y la traducción.
Original.
Recitar! Mentre preso dal delirio,
non so più quel che dico,
e quel che faccio!
Eppur è d'uopo, sforzati!
Bah! sei tu forse un uom?
Tu se' Pagliaccio!
Vesti la giubba,
e la faccia infarina.
La gente paga, e rider vuole qua.
E se Arlecchin t'invola Colombina,
ridi, Pagliaccio, e ognun applaudirà!
Tramuta in lazzi lo spasmo ed il pianto
in una smorfia il singhiozzo e 'l dolor, Ah!
Ridi, Pagliaccio,
sul tuo amore infranto!
Ridi del duol, che t'avvelena il cuore!
Traducción
¡Actuar! ¡Mientras preso del delirio,
no sé ya lo que digo
ni lo que hago!
Y sin embargo, es necesario... ¡esfuérzate!
¡Bah! ¿Acaso eres un hombre?
¡Eres un Payaso!
Ponte el traje
y empolvate el rostro.
La gente paga y aquí quiere reír,
y si Arlequín te roba a Colombina,
¡ríe, Payaso, y todos te aplaudirán!
Transforma en bromas la congoja y el llanto;
en una mueca los sollozos y el dolor. ¡Ah!
¡Ríe, Payaso,
sobre tu amor despedazado!
¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!
Os dejo el original y la traducción.
Original.
Recitar! Mentre preso dal delirio,
non so più quel che dico,
e quel che faccio!
Eppur è d'uopo, sforzati!
Bah! sei tu forse un uom?
Tu se' Pagliaccio!
Vesti la giubba,
e la faccia infarina.
La gente paga, e rider vuole qua.
E se Arlecchin t'invola Colombina,
ridi, Pagliaccio, e ognun applaudirà!
Tramuta in lazzi lo spasmo ed il pianto
in una smorfia il singhiozzo e 'l dolor, Ah!
Ridi, Pagliaccio,
sul tuo amore infranto!
Ridi del duol, che t'avvelena il cuore!
Traducción
¡Actuar! ¡Mientras preso del delirio,
no sé ya lo que digo
ni lo que hago!
Y sin embargo, es necesario... ¡esfuérzate!
¡Bah! ¿Acaso eres un hombre?
¡Eres un Payaso!
Ponte el traje
y empolvate el rostro.
La gente paga y aquí quiere reír,
y si Arlequín te roba a Colombina,
¡ríe, Payaso, y todos te aplaudirán!
Transforma en bromas la congoja y el llanto;
en una mueca los sollozos y el dolor. ¡Ah!
¡Ríe, Payaso,
sobre tu amor despedazado!
¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!
lunes, 7 de enero de 2013
El marido de la peluquera.
"Mi amor, me voy antes de que te vayas tú, me voy
antes de que dejes de desearme, porque entonces solo nos quedará la ternura. Y
sé que no será suficiente.
Me voy antes de ser desgraciada.
Me voy llevando el sabor de nuestros abrazos, llevando tu olor, tu mirada, tus besos, me voy llevándome el recuerdo de los mejores años de mi vida, los que me diste tú.
Te beso infinitamente hasta morir.
Siempre te he amado; no he amado a nadie más.
Me voy para que nunca me olvides."
Mathilde
Me voy antes de ser desgraciada.
Me voy llevando el sabor de nuestros abrazos, llevando tu olor, tu mirada, tus besos, me voy llevándome el recuerdo de los mejores años de mi vida, los que me diste tú.
Te beso infinitamente hasta morir.
Siempre te he amado; no he amado a nadie más.
Me voy para que nunca me olvides."
Mathilde
El marido de la
peluquera, Patrice Leconte, 1990.
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