Cuesta comprender que nos pasamos media vida
persiguiendo cosas que nos hacen daño,
cuesta demasiado darse cuenta,
y lo que más cuesta después
es deshacer el desengaño.
Cuesta entender esta cuestión:
contigo nunca pudo ser,
sin ti jamás ha funcionado;
cuesta demasiado aceptar
que fuimos el amor correcto
en el momento equivocado.
Cuesta, la vida cuesta...
Cuesta encajar que hay decepciones sin respuesta
y dolores que jamás podrás borrarlos,
cuesta encajar que hay decepciones que te salvan
y dolores que resultan necesarios.
Cuesta entender que la persona que te hiere
sea la misma a la que estás necesitando
y que nunca es bueno darlo todo
porque lo que cuesta poco no se acaba valorando.
Cuesta, la vida cuesta...
Cuesta demasiado no buscar la luz de antaño
en los ojos de quien nos está olvidando,
cuesta entender que la persona que te daña
suele ser la que te acaba despertando.
Cuesta entender que la pasión
fue solo un tren sin dirección
que terminó descarrilando,
cuesta entender que aun dando todo
es posible que una historia nunca acabe funcionando.
Cuesta, la vida cuesta...
Cuesta aceptar que el deseo es un regalo pasajero
que nos quitan de las manos,
cuesta entender que con los años
puede que acabemos siendo solamente dos extraños.
Cuesta entender nuestro pasado,
que regreses por mi casa para hablarme de intentarlo,
cuesta entender que, si no cambias algo dentro,
lo de afuera nunca acabará cambiando.
Cuesta entenderlo, y es genial;
aquel que daña a otra persona
siempre acabará pagando,
cuesta aceptar que pasará,
que nuestra vida pasará
sin que pudiéramos lograrlo.
Cuesta, la vida cuesta...
Cuesta entender que no hay cruzada más difícil
que arreglar un corazón que no rompiste,
cuesta encajar que todos buscan encajar
y la tarea más difícil es ser libre.
Cuesta comprender que el colchón de nuestro amor
hoy solo alberga en su interior nuestro cansancio,
cuesta entender que la cuestión no es si te dañan
lo que importa de una herida es su tamaño.
Cuesta, la vida cuesta...
Cuesta confiar en el amor,
volver a aquel fotomatón,
saber que no me estás buscando.
Cuesta entender nuestra locura
de tenerlo que perder
para empezar a valorarlo.
Cuesta olvidar esa canción,
saber que la felicidad
cuando nos vio pasó de largo.
Cuesta demasiado despedirse
y cuesta mucho más aún
sacarse un beso de los labios.
Cuesta no escuchar al corazón
cuando el pasado aparece
arrepentido por tu barrio.
Cuesta olvidar el nombre
de ese oscura bar de tu ciudad
donde empezamos a besarnos.
Cuesta entender que el dolor
desaparece de una vez
cuando consigues perdonarlo,
y que entre nosotros la distancia
fue creciendo mucho más
cuando nos fuimos acercando.